lunes, 12 de febrero de 2018

EL REALISMO EN LA LITERATURA

EL REALISMO

Yo os voy a hablar sobre el realismo en general y en España. Y os preguntaréis, ¿qué es el realismo?, pues es un movimiento artístico y literario que se desarrolla en Europa en la segunda mitad del siglo XIX. Para explicar sus características voy a compararlo con el romanticismo de la primera mitad del siglo. 

El realismo destaca por su objetividad, es decir, el autor observa minuciosamente la realidad, mientras que el romanticismo destaca por su subjetividad, en la que el autor atribuye su opinión propia sobre algún hecho.

Al contrario que el romanticismo, que se caracteriza por el escapismo, en el que el autor huye cuando no le gusta la realidad y se evade en el tiempo y espacio, en el realismo el autor se enfrenta a la realidad, situándose en un espacio real y concreto y tratando conflictos contemporáneos.

En el realismo predomina el costumbrismo, que trata las costumbres y características cotidianas de la época, el romanticismo por su nacionalismo.

El realismo se caracteriza por la importancia del paisaje urbano, ya que hay más variedad en las clases sociales, mientras que el romanticismo prefiere los paisajes naturales, que se adaptan al estado de ánimo del escritor.

El realismo manifiesta su gusto por lo cotidiano, al contrario que el romanticismo que se inclina por las cosas sobrenaturales. 

Ambos movimientos coinciden en su oposición a las normas, aunque en el realismo el que se opone es un inadaptado social y en el romanticismo este personaje es considerado un héroe.

El realismo denuncia la miseria y la explotación de la clase social más baja, sobre todo de los obreros, mientras que el romanticismo destaca por su individualismo, en el que el yo es el centro y sus emociones y sentimientos son los más importantes.

En resumen, el realismo pretende representar la realidad a través de la observación minuciosa, desapasionada, impersonal y objetiva. 

En cuanto a la sociedad de esta época, se observa que la burguesía se acomoda en posiciones de poder, olvidando los ideales revolucionarios románticos. Además el desarrollo de la industria, debido al progreso técnico y científico que acelera la segunda fase de la Revolución industrial, cambia las ciudades, que aumentan debido al éxodo rural, es decir, la migración de los campesinos hacia la ciudad en busca de trabajo. Estos campesinos se convierten en el proletariado, que tiene unas condiciones laborales malísimas, lo que desencadena el movimiento obrero, que reivindica los derechos de este nuevo proletariado. 

Los escritores y los lectores pertenecen a la burguesía, que impone su visión práctica de la vida, exigiendo que en las obras se se reproduzca el el mundo en el que viven y que les preocupa, por lo que los escritores realistas se vuelcan mucho más en la narrativa, especialmente en la novela. 

Esta novela realista refleja la época burguesa, industriosa y práctica, de manera que el escritor actúa como científico a la hora de observar la realidad que le rodea, en estas obras se aprecia un sentido ético que pretende captar la verdad moral de las vidas más allá de las apariencias sociales, es decir, pretende representar como es la burguesía, una clase social que a pesar de vestir bien y tener mucho dinero, pareciendo buena gente, era muy superficial y trataba a sus criados y trabajadores como a basura, creyéndose superior a ellos. La novela realista presenta las siguientes características: 

Credibilidad: el escritor lleva a cabo una observación minuciosa de la realidad, de la que extrae personajes y temas de los que hablar, además, recopila la información que necesita muy detalladamente. 

Abundan las descripciones de ambientes y personajes. Para los escritores es muy importante el retrato psicológico de los personajes, para conseguirlo se profundiza en su pasado, en sus ideas y en sus sentimientos. La sociedad se representa a través de personajes de todas las condiciones sociales, aunque los preferidos son los de la burguesía y el pueblo. 

Los relatos se localizan en pueblos o ciudades concretas e identificables, transcurriendo en el presente.

Los temas se centran en la tensión entre el individuo y la sociedad y se les da un carácter pesimista. 

Aunque son objetivos, en estos relatos es habitual la inclusión de comentarios y valoraciones en los que el escritor toma una postura en los hechos narrados. Por lo que en ellos hay cierta intención crítica.

Las novelas realistas utilizan técnicas narrativas tales como la presencia de una narrador omnisciente, que habla en tercera persona y lo sabe todo acerca de los personajes, su forma de ser y sobre los hechos que narra. Los personajes participan en el relato a través de sus diálogos o mediante nuevas técnicas como el monólogo interior, con la que se reproduce en primera persona los pensamientos de un personaje.

Estas novelas utilizan un lenguaje serio y dependiendo de su nivel sociocultural, los personajes emplean un estilo, forma propia de redactar de cada persona, determinado. El narrador intenta usar un estilo comprensible para la mayoría de los lectores.

Todo esto sería el realismo en general, pero en España, ¿cómo se desarrolla este estilo?

Bien, los escritores realistas españoles son los autores de la generación del 68, que surge a raíz de una Revolución de carácter liberal, la Gloriosa, que tiene lugar en 1868. En el desarrollo del realismo en España se distinguen tres etapas: el prerrealismo, el realismo y el naturalismo. 

Las novelas del prerrealismo se caracterizan por su tono costumbrista y por su carácter moralizador. Fernán Caballero, seudónimo de la escritora Cecilia Böhl de Faber, es la figura más significativa. Su novela, La Gaviota, no es realista del todo porque conserva una visión romántica del mundo.

En el realismo las novelas tratan temas contemporáneos, como he dicho antes los escritores añaden a sus obras ciertas valoraciones propias. Hay dos tipos de realismo, el tradicional, en el que destacan autores como Pedro Antonio de Alarcón con la obra el sombrero de tres picos, y el liberal, con autores como Benito Pérez Galdós con obras como Doña Perfecta.

Por último tenemos el naturalismo, aunque esta tendencia no llegó a desarrollarse del todo en España, simplemente se reconocen ciertas características de esta corriente en obras de Clarín, Galdós y Vicente Blasco Ibañez. 

Si nos trasladamos a Inglaterra destaca Charles Dickens con obras como David Copperfield y Oliver Twist, en las que se trata la dureza de la vida de un niño huérfano, estas obras constituyen un reflejo de la infancia del propio autor. En Rusia sobresalen Fiodor Dostoievski, con crimen y castigo y león Tolstoi, con guerra y paz. Por último en Francia tenemos a Honoré de Balzac con Eugénie Grandet, Stendhal con rojo y negro y Gustave Flaubert con la obra Madame Bovary, que voy a analizar. 

Madame Bovary fue escrita por Gustave Flaubert en el año 1857, trata sobre un hombre llamado Carlos Bovary que es médico, este se casa con una viuda adinerada que fallece, poco antes Carlos había conocido a Emma, hija de un paciente suyo, con la que contrae matrimonio poco después. Emma y Carlos se mudan a Yonville, donde nace su hija Berta, pasado algún tiempo Madame Bovary, conoce a Rodolfo Boulanger, del que se enamora, sin embargo Rodolfo rompe su relación, por lo que ella cae enferma. Tiempo después se encuentra con León Dupuis, con el que también tiene una relación. Emma había contraído muchas deudas que no podía pagar, esta y la ruptura con León Dupuis, son las razones que la llevan a suicidarse. Tiempo después su marido, el doctor Bovary, muere también y la hija de ambos, Berta, termina viviendo con una tía suya.

Aquí he puesto un breve fragmento de la obra que habla del momento en que Emma cae enferma tras romper con Rodolfo Boulanger. 

“Durante cuarenta y tres días, Carlos no la dejó. Abandonó a todos sus enfermos; no se acostaba, estaba continuamente tomándole el pulso, poniéndole sinapismos, compresas de agua fría. Mandaba a Justino a Neufchâtel a buscar hielo; el hielo se fundía en el camino; volvía a mandarle. Llamó en consulta a monsieur Canivet; mandó a buscar a Ruán al doctor Larivière, su antiguo maestro; estaba desesperado. Lo que más le trastornaba era el abatimiento de Emma; pues no hablaba, no oía nada y hasta parecía no sufrir. A mediados de octubre pudo sentarse en la cama, con almohadas detrás”.

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